En 1888 un asesino acabó con la vida de al menos cinco mujeres en las lúgubres calles de Londres. Debido a la brutalidad de sus ataques recibió el apodo de 'Jack el destripador', ya que no se conocía su verdadera identidad. Sin embargo, un test genético hecho mucho después reveló que Jack era en realidad Aaron Kominski, un barbero polaco de 23 años. O al menos eso era lo que creía Jari Louhelainen, la investigadora responsable del hallazgo.
Varios científicos, entre los que se encuentra Alec Jeffreys (inventor de la huella genética), afirman haber hallado un grave error en los análisis del material genético encontrado en una capa que supuestamente pertenecía al asesino.
Louhelainen, bióloga molecular en la Universidad John Moores de Liverpool, utilizó una base de datos genéticos de la que pudo extraer las semejanzas entre el ADN del asesino y el de una descendiente de Kominski. Ahora, estos expertos advierten de que un fallo en la nomenclatura ha dado al traste con los resultados: la mutación que relaciona a ambos individuos resulta ser muy común en la población europea.
La prenda de ropa había sido hallada supuestamente en la escena de uno de los crímenes, al lado de la víctima. Russel Edwars, un empresario británico, la había comprado en 2007. A principios de año publicó un libro sobre el sádico asesino donde aparecen los resultados investigación... que ahora resulta que es más bien dudosa.
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