Hace apenas 20 años no había lobos (Canis lupus) en Centroeuropa. Y en muchos de los países en los que hoy en día habitan osos pardos (Ursus arctos) y linces boreales (Lynx lynx) ambas especies se extinguieron, o estuvieron a punto, a lo largo del siglo XX. Pero, en las últimas décadas, Europa ha visto recuperarse de una forma llamativa a las poblaciones de estas tres especies, más las del glotón (Gulo gulo) -un mamífero carnívoro que depreda las poblaciones de renos en Escandinavia-. En un continente muy humanizado y densamente poblado como el europeo, los grandes carnívoros han aumentado su número y han triplicado la superficie de territorio que ocupan, según una investigación publicada hoy en la revista Science.
En la actualidad, una tercera parte de Europa -cerca de 1,5 millones de kilómetros cuadrados- está ocupada por al menos una de las cuatro especies contempladas por el estudio, dirigido por la Estación de Investigación de Fauna Salvaje Grims de la Universidad de Suecia de Ciencias Agrícolas y que ha contado con participación española. Las especies elegidas son las de grandes carnívoros europeos que tienen una mayor conflictividad con el ser humano, por eso no se ha incluido al lince ibérico (Lynx pardina). Y al menos tres de ellas conviven en casi 600.000 kilómetros cuadrados, una superficie mayor que toda la Península Ibérica.
«Después de que estas especies fueran exterminadas desde principios hasta mediados del siglo pasado, las poblaciones se han recuperado en las últimas décadas», explica José Vicente López-Bao, investigador de la Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad de la Universidad de Oviedo y el CSIC. «Lo que es destacable es que la coexistencia entre el ser humano y los grandes carnívoros salvajes es posible».
Lobo gris. MIHA KROFEL
El estudio detalla varios factores que han conducido a esta situación de recuperación de la gran biodiversidad europea, pero quizá el verdadero golpe de timón que invirtió definitivamente la tendencia de declive iniciada en el siglo XX fue la Directiva de Hábitats aprobada por la Unión Europea en 1992. Esta norma sucedió al Convenio de Berna, que ya introdujo los criterios de conservación a finales de los 70. Pero no tenía capacidad sancionadora, y la norma europea introdujo por primera vez la sanción. «El papel de la Directiva de Hábitats ha sido fundamental», asegura López-Bao. «Pero también la estabilidad política; el abandono rural, que ha tenido un efecto positivo sobre las presas silvestres, o la voluntad general que nació en Europa en los 70 y que cambió la sensibilidad ambiental de la sociedad», dice el autor del trabajo.
Según los datos del estudio, las poblaciones de osos europeas albergan cerca de 17.000 ejemplares, las de lince unos 9.000, las de lobo alrededor de 12.000 individuos y las de glotón entre 1.000 y casi 1.400. Pero las buenas noticias pueden despertar los fantasmas del pasado, cuando estos animales eran perseguidos debido a los daños a la actividad humana.
«Desde que cambió la mentalidad en los 70, hay que conservar a todas las especies, incluso a las más conflictivas, a las más molestas para los ganaderos», asegura Juan Carlos Blanco, miembro de la Iniciativa Europea de Grandes Carnívoros de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés). «Una de las medidas importantes fue el pago por los daños causados por estos animales», dice blanco.
Una hembra de oso pardo con tres crías en Noruega. KJELL ISAKSEN
Pero la crisis económica ha provocado retrasos en los pagos de hasta dos y tres años en algunos casos, lo que empieza a crear malestar entre la població rural. «La falta de liquidez empieza a hacer mella. No hay que bajar la guardia, no podemos perder el apoyo social», dice Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo y uno de los autores. En España, la población de oso cantábrico se ha triplicado en los últimos años. Y esa es la tendencia en todo el continente.
El lobo ha sufrido un aumento parecido en España y en países como Polonia el número se ha multimplicado por 28. «En Europa hay 10 poblaciones de lobo y todas se están recuperando, excepto una», dice Blanco. «La de Sierra Morena es la única que está en retroceso y aún se discute si ya se ha extinguido», reconoce.
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