La muerte a finales de julio de Sheik Umar Khan, uno de los mayores expertos en ébola de África, fue la confirmación de uno de los mayores dramas de los brotes de ébola: el personal dedicado a combatir la enfermedad es también una de sus víctimas más comunes. Desde que en diciembre de 2013 cayera enfermo en Guinea un niño de 2 años, este brote ha infectado a 382 médicos y enfermeros, matando a 216, según los últimos datos facilitados por la Organización Mundial de la Salud. Una cifra sin precedentes.
Este dato implica que los trabajadores sanitarios que, como la auxiliar de enfermería española, atienden a los enfermos de ébola suponen el 5% del total de infectados durante este brote (PDF). La situación es tan grave para el personal que combate al virus que uno de los principales apoyos que EEUU va a aportar en África Occidental es la creación de un hospital específico para médicos y sanitarios, que estarían atendidos por un equipo propio de 65 personas. Curar a los que curan es prioritario.
Hay varios factores que ayudan a explicar la alta proporción de personal médico infectado, principalmente la escasez de equipo de protección personal o su uso inapropiado, poco personal médico mal preparado y la generosidad que les hace trabajar más de lo recomendable. Algunas infecciones documentadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) han ocurrido cuando médicos no protegidos se apresuraron a ayudar a un paciente enfermo. En muchos casos, el personal médico no dispone siquiera de guantes y mascarillas.
Pero aunque sean expertos y tomen todas las medidas de control necesarias, el riesgo sigue siendo importante: “Temo por mi vida”, reconoció Khan antes de morir, “los trabajadores sanitarios somos candidatos a enfermar, ya que suponemos la primera escala para alguien que está enfermo. Incluso con el traje protector completo estás en riesgo”. Hasta este brote, nunca se había contagiado un trabajador de la OMS o de Médicos Sin Fronteras (MSF). A finales de agosto se infectaba por primera vez un médico de la OMS y a mediados de septiembre lo hacía una doctora de MSF, ya recuperada. Esta organización ha pasado de tener un historial limpio de infecciones a sufrir 16 contagios y 10 muertos entre su personal, algo impensable hasta ahora gracias a su correcta preparación y estrictos protocolos.
Ya el 1 de agosto, la directora de la OMS, Margaret Chan, advirtió de que el "brote está afectando a un gran número de médicos, enfermeras y otros trabajadores de la salud", unas infecciones y muertes que "erosionan significativamente la capacidad de respuesta". De hecho, los dos misioneros españoles muertos y la enfermera de Madrid se contagiaron atendiendo a enfermos en centros médicos.
Hasta este brote, ningún médico de la OMS o de MSF se había infectado. Esta ONG ya cuenta 16 contagios
Durante una de las mayores crisis de ébola, el brote que en 1995 mató a 250 personas en la República Democrática del Congo, se infectaron 80 miembros del personal sanitario, lo que implica que casi de cada cuatro de todos los enfermos era del personal dedicado a contener al virus. En el brote de 2000 en Uganda, se infectaron 31 sanitarios y murieron 17: el 7,5% del total de víctimas mortales de ese brote (224), una proporción similar a la que se vivía en agosto en la crisis actual y que se ha moderado con los meses.
El estudio de casos previos también ayuda a determinar los motivos de contagio entre trabajadores. En el caso de 1995, el personal enfermó de media de seis días después del contacto con el enfermo. Estos sanitarios que enfermaron habían tenido contacto directo con los pacientes durante un único día, similar al caso de la auxiliar de enfermería española. En Uganda, estudios posteriores mostraron que aunque el principio de aislamiento resultó útil, a veces dio una "falsa confianza" a los trabajadores que provocó contagios en descuidos.
En un país como Liberia, en el que contaban con un doctor por cada 100.000 habitantes antes del brote, un médico enfermo es una tragedia de incalculables proporciones. Por eso, la hoja de ruta de la OMS ya ha determinado que en caso de contar con vacunas a corto plazo se deberían usar con aquellos que están en la primera línea de fuego: el personal dedicado a salvar vidas.
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